viernes, 25 de octubre de 2013

La intertextualidad en "El Último Refugio".

Ilustraciones de Roberto Innocenti
Texto de  J. Patrick Lewis
Traducción de Andrea Fuentes Silva
Fondo de Cultura Económica
México, D.F, 2003
48 p.
Roberto Innocenti y J. Patrick Lewis son los autores de El Último Refugio: Un pintor sale de su casa sin rumbo fijo con el objetivo de encontrar a su imaginación, que se escapó desde hace ya algún tiempo. "Una tarde monótona y gris en que me aburría, mi imaginación, aparentemente molesta por ser ignorada, se tomó vacaciones..., y nunca volvió. Había perdido lo que el poeta Wordsworth llamó mi "mirada interior". La había perdido o dejado por ahí en algún lugar del mundo natural" (Innocenti & Lewis, 2003). Sin saber cómo, llega a un misterioso hotel  junto al mar, “El Último Refugio”, donde suceden cosas extrañas y en el que conoce a personajes insólitos que, al igual que él, se encuentran enfrascados  en búsquedas personales de gran trascendencia.

La intertextualidad es la relación,  o el vínculo, que se establece entre un texto y  otros  que lo han precedido. El lector podrá identificar la riqueza y la magnitud de esta relación en la medida en que su experiencia o sus conocimientos se lo permitan. Antonio Mendoza Fillola plantea que “se habla de intertextualidad cuando en el texto (discurso) se unen referencias correspondientes a otras producciones que el lector/ receptor habrá de conectar con sus saberes y con sus experiencias personales de sus recepciones literarias o de sus conocimientos culturales“ (Mendoza 2003: 33).

En El Último Refugio podemos encontrar varias referencias intertextuales: 
El jovencito,  personaje que abre y que cierra el encuentro del pintor con el lugar y que según los propios autores correpondería a Huckleberry Finn, “el indomable joven pícaro, cuya vida en Mississippi se cuenta en HUCKLEBERRY FINN de Mark Twain” (Innocenti & Lewis 2003: 45).
El  marinero cojo, “Un tipo extraño en verdad. Entra con su pata de palo, firma el libro de huéspedes con un par de huesos cruzados y sube las escaleras (…)” (Innocenti & Lewis 2003: 15), que llega al hotel a buscar un tesoro. El marinero cojo es Long John Silver, “el tosco líder de los amotinados en LA ISLA DEL TESORO de Robert Louis Stevenson” (Innocenti & Lewis 2003: 45).
La joven inválida y su enfermera, que una tarde la lleva al muelle y la lanza al mar. Momento en que descubrimos que la joven inválida es la sirena de Hans Christian Andersen.
El hombrecito gris, señor Gris Grisáceo, que escribe cartas extraordinarias (Innocenti & Lewis 2003: 16) y que está tratando de encontrar sus colores. Este personaje no es otro que Peter Lorre, actor de Hollywood en las décadas del treinta y del cuarenta, que fuera perseguido por los agentes federales de Estados Unidos durante la cacería de brujas anticomunista en Estados Unidos (Innocenti & Lewis 2003: 46).
El “extraño hombre salido del lejano oeste” (Innocenti & Lewis 2003: 21), que busca a la joven inválida porque está enamorado de ella.  El personaje correspondería a dos:  un “vaquero surgido en la mente de Zane Grey (1875-1939), el novelista de aventuras del oeste” (Innocenti y Lewis 2003: 46), que posee “el atractivo de Edmond Dantés, el joven marinero también conocido como el Conde de Montecristo, en una novela del mismo nombre, de Alejandro Dumas, padre (1802-1870)” (Innocenti & Lewis 2003: 46).
El policía, que llega al hotel persiguiendo al señor Gris Grisáceo. Los autores identifican al policía como Jules Maigret, Inspector en Jefe de la Policía Judicial de París, “héroe de las 75 novelas y 28 relatos coros; 103 episodios de los que ha sido llamada la “Saga Maigret”, escrita por George Simenon” (Innocenti & Lewis 2003: 46).
El aviador, que se estrella con su avión sobre la arena. Claramente corresponde a la figura de Antoine de Saint-Exupery, que “murió en un avionazo dos años después de que su famoso libro, EL PRINCIPITO, fuera escrito.” (Innocenti & Lewis 2003: 46).
El hombre sentado en lo alto de un árbol, que espera la llegada de su héroe, el “caballero del molino de viento” (Innocenti & Lewis 2003: 25). Este hombre singular es  “Cósimo, de la novela EL BARÓN RAMPLANTE de Italo Calvino, caballero del siglo XVIII que un día trepa a lo alto de un árbol y nunca vuelve a bajar” (Innocenti & Lewis 2003: 47).
Una ballena blanca, que encalla en la playa cuando tratan de cazarla. “No es otra que la gran bestia en MOBY DICK de Herman Melville” (Innocenti & Lewis 2003: 47).
La dama recién llegada, que pasea por la playa mientras recita versos de Emily Dickinson, es la gran poeta estadounidense. “Ahora reconocida como una de las más grandes poetas de todo los tiempos” (Innocenti & Lewis 2003: 47).
Aquel héroe que espera el hombre está sentado en lo alto de un árbol es Don Quijote, quien se acerca al hotel acompañado de su fiel escudero. “Don Quijote, el hombre de La Mancha, y su leal escudero, son los dos personajes principales en la novela  DON QUIJOTE de Miguel de Cervantes Saavedra” ( Innocenti & Lewis 2003: 48).

Las relaciones intertextuales que aparecen en este libro corresponden a la literatura y al arte posmoderno, que aspira a “incluir dentro de sí todo pasado, a establecer alguna relación con la tradición entera, el arte posmoderno reaviva ese pasado, lo revaloriza, lo comenta y entra en un diálogo con él” (Pavlicic 1993:  90). 
Sólo  estableciendo una relación con personajes de la literatura pasada, entrando en diálogo con ellos, encantándose con ellos, es como el pintor, personaje principal, logra recuperar a su imaginación perdida.
Se sugiere recomendar esta obra a un lector adolescente, juvenil y adulto. Tanto el texto escrito como las imágenes ofrecen una dificultad de interpretación que un niño no podría captar, lo cual no lo exime de poder disfrutar la belleza  y la luminosidad de las imágenes.  El tema de las búsquedas trascendentales de la vida comienzan a inquietar en la adolescencia para no abandonarnos jamás.

Bibliografía

Innocenti, Roberto., Lewis, J. Patrick (2003). El Último Refugio. México DF: FCE.
Mendoza, Antonio (2003). Los intertextos del discurso a la recepción. Castilla-La Mancha: Universidad de Castilla La Mancha, págs. 17-33.
Painter, Claire; Martin, Jim; Unsworth, Len (2013). Reading Visual Narratives. UK: Equinox.
Pavlicic, Pavao. “La intertextualidad moderna y la posmoderna”, en Revista Criterios, nº 30.  La Habana, julio de 1993.

© Carolina Meneses Columbié, 2013



martes, 10 de septiembre de 2013

"Cuando San Pedro viajó en tren", de Liliana Bodoc

Ilustraciones de Valeria Docampo
SM, El Barco de Vapor Azul, 2008, 48 p.
Buenos Aires, Argentina
A partir de 7 años

Nicanor y su mamá, Ofelia,  deben partir de San Pedro en un tren que los llevará a la ciudad donde los espera su padre, que tiempo antes había tenido que abandonar el pueblo en busca de trabajo. Durante la noche, para aliviar la pena que le provoca dejar su hogar, Nicanor se pone a recorrer el tren mientras su mamá y la mayoría de los pasajeros duermen. Al llegar hasta la locomotora  es atajado por el guarda, que  comprende el conflicto del niño y le habla del paso del tiempo, única cura para el dolor. “Pero no te preocupes (…). Las personas como ustedes suelen volver de visita (...).  Al viaje siguiente ya no quieren cargar con los campos (…). Y así, un buen día, solamente llevan un poco de ropa en sus valijas” (Bodoc 2008: 29). Nicanor sabe que a él no le ocurrirá tal cosa, que el guarda se equivoca a pesar de su buena intención. Convertido ya en un anciano, continuará realizando con su nieto el viaje de ida y vuelta de San Pedro a la ciudad. “Es que Nicanor siempre se llevó consigo el pueblo entero. Con río, campos, amaneceres. Con cielo y todo” (Bodoc 2008: 45).
A pesar de no ser un álbum ilustrado, en esta hermosa novela ficcional verosímil las ilustraciones de Valeria Docampo complementan la historia y amplían la información. La poesía del texto juega con descripciones magistrales de estados de ánimo y de paisajes, para hablarnos del desarraigo del que tiene que abandonar sus raíces por falta de perspectivas en su tierra. Nos habla de la migración que provoca la pobreza y la marginalidad; del abandono de pueblos, de países, de costumbres. Nos habla del desarrollo económico desigual que afecta a buena parte del planeta. “Un pueblo de ciento diez años cansado de pelear contra la dentadura de la gran ciudad, que le comía las orillas (…). Entonces, sus hombres y sus mujeres tuvieron que partir a buscar suerte en otros sitios” (Bodoc 2008: 11). Qué mejor que un libro como éste, de una gran escritora que sabe cómo usar la palabra, para comenzar a abordar como mediadores un tema tan importante: una situación vivencial a la que cualquiera podría estar expuesto.

© Carolina Meneses Columbié


Bibliografía

Bodoc, L. (2008). Cuando San Pedro viajó en tren. Buenos Aires: SM.

lunes, 8 de julio de 2013

Alucinando con la fuerza creadora de algunos libros

Siguiendo adelante con los desafíos y tareas del Diplomado en Fomento de la Lectura y Literatura Infantil y Juvenil, en esta entrada pretendo expresar desde una mirada propia, o tanto como lo permita una pauta de trabajo como la que debo seguir, las primeras impresiones intuitivas y emocionales que despertaron en mí los siguientes títulos:

Los misterios del señor Burdick, de Chris Van Allsburg.
El increíble niño comelibros, de Oliver Jeffers.
Duerme negrito, de Paloma Valdivia.
Y el cuento de Horacio Quiroga, "El almohadón de plumas".

Comencemos por mi preferido:

Los misterios del señor Burdick, de Chris Van Allsburg.

Portada del libro
Mi primer encuentro con Los misterios del señor Burdick fue gracias al librero que atiende la biblioteca donde trabajo. En cuanto me lo puso en las manos me atrajo la ilustración de la portada, y terminó de cautivarme por completo cuando lo abrí y lo empecé a hojear. ¿Qué libro es éste? Me pregunté. ¿Quién es el artista que le dio vida? Hasta ese momento no había tenido el gusto de acercarme a la obra de Chris Van Allsburg, así que no sólo separé un ejemplar para la biblioteca, sino que compré otro para mí. Más tarde lo leí y lo observé con detenimiento. Una y otra vez.
Fue amor a primera vista, y también a posteriori, pues se trataba de un amor que crecía a cada nueva lectura. Era uno de los libros más hermosos y enigmáticos que había conocido hasta ese momento. No podía dejar de pensar cómo se lo presentaría a los niños que visitan la biblioteca, o qué actividades podríamos crear a partir de los misteriosos y crípticos textos y de las alucinantes ilustraciones. Cuántas posibilidades podía ofrecer semejante material, cuánta riqueza imaginativa, cuánta fuerza creadora.
Imagen del cuento "Las siete sillas"
El brevísimo texto que presenta a cada una de las imágenes invita al lector a completar la historia a través de la observación atenta. Tal vez uno de los textos más enigmáticos del libro corresponda a la del cuento Las siete sillas: "La quinta silla terminó en Francia" (Allsburg, 1996). Pero, ¿qué tiene de raro que una silla vaya a parar a Francia? Basta con mirar la imagen en la que una monja se eleva por los aires sobre una silla para abrir la incógnita. El texto dice que llegó la silla, pero no menciona a la monja, ¿qué fue de ella?
Las ilustraciones, en blanco y negro, invitan a ser descubiertas en la cantidad de detalles que contienen. Detalles  en los que juegan la fantasía, la magia, el humor, el absurdo y hasta el miedo.
Texto e ilustraciones no se podrían analizar por separado, ni admirar a uno ignorando a las otras. Y viceversa. El texto aparece en la página de la izquierda y la ilustración ocupa toda la página de la derecha. Pero no cabe duda de que la fuerza expresiva y artística se concentra en las imágenes mucho más que en el texto.
¿Cuál será la propuesta que el autor entrega con el libro? Pienso que su objetivo fue apuntar al juego libre de la creación y de la imaginación, para llevarlas al extremo y luego dejarse llevar por ellas, sin ataduras ni temores.


Sigo con otro de mis preferidos.

El increíble niño comelibros, de Oliver Jeffers.

Lo encontré cuando buscaba por internet  material para una actividad de fomento lector. Navegando, navegando,  llegué a la excelente animación de youtube, que me motivó a buscar el libro original para presentárselo a los niños.
Imágenes de El increíble niño comelibros

La idea de un insaciable niño devorador de libros me pareció fabulosa para desarrollarla con pequeños de kínder. Y así fue,  a petición del público, tuve que leer varias veces la historia de El increíble niño comelibros, con el que parecían sentirse tan identificados.     
El texto es sencillo, literalmente repartido por toda la página  utiliza más de una tipografía y tamaño.  
La consulta de los documentos del módulo 4 del Diplomado, "Visualidad e ilustración en la literatura para niños y jóvenes" (http://webcurso.uc.cl) me permiten atribuir a las ilustraciones un estilo claramente minimalista, en el que nuestro increíble niño es representado con círculos, óvalos y trazos muy sencillos, pero no por ello menos expresivos. Los colores vivos utilizados por Oliver Jeffers, en los que priman el anaranjado, el rojo y el verde, despiertan alegría y entusiasmo. Y pienso en la vibración anímica de la que hablaba Kandinsky: "La fuerza psicológia del color provoca una vibración anímica. La fuerza física elemental es la vía por la que el color llega al alma" (Kandinsky, 1989).   
Ilustraciones y texto se entrecruzan y se coordinan para contar la historia, en este libro "las palabras no se sostienen por sí solas. Sin las ilustraciones el contenido de la historia se vuelve confuso. Son las imágenes las que proporcionan la información que omiten las palabras"  (Shulevitz, 1999).    
Tal vez la propuesta del autor al crear este libro haya sido la de pasarlo bien y, en consecuencia, que lo pasaran bien los lectores. Lo ignoro. Pero de lo que sí estoy segura, es de que plantear de manera categórica cuál es la propuesta que pretende entregar un autor al crear un libro me parece una idea bastante ingenua. Un creador crea porque siente la necesidad de hacerlo, y cuando crea lo hace con disciplina, yendo de etapa en etapa hasta conseguir el producto final, que no deja de sorprenderlo cuando éste se va transformando en el camino.


El almohadón de plumas, cuento de Horacio Quiroga


Horacio Quiroga
Lo leí por primera vez a los catorce años y quedé impactada. Desde entonces suelo retomarlo cada cierto tiempo y vuelve a provocarme una fuerte impresión de sobrecogimiento y de impotencia ante el fatal desenlace de Alicia.
Marío Rodríguez Fernández, en el prólogo de Sus mejores cuentos, ha definido con exactitud el mundo narrativo de Quiroga cuando expresa: "El mundo narrativo de Quiroga no es sólo el mundo del demonismo, sino también, el de la fatalidad (...) el hombre no puede rebelarse contra su medio, ya que es fruto de él, y la conciencia del narrador que, estimando tan lejanos los valores auténtico y no viendo ninguna posibilidad de rescate, entrega sus personajes en forma desesperanzada al mundo del demonismo" (Quiroga 1972: 15).
El suspenso del texto comienza a generarse en la primera oración: "Su luna de miel fue un largo escalofrío" (Quiroga 1972: 39). Y continúa con la descripción fría y distante de la relación matrimonial de Alicia y Jordán así como de la casa que habitaban: "La casa en que vivían influía no poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso - frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado" (Quiroga 1972: 39). La descripción de la rara enfermedad de Alicia transcurre en un sentimiento de zozobra para el lector, que de manera inconsciente trata de encontrar respuestas. El clímax se alcanza en los últimos párrafos, cuando la sirvienta descubre el origen del mal en el almohadón de plumas que usaba Alicia: "Sobre el fondo, entre las plumas,  moviendo lentamente las patas velludas, había una animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca" (Quiroga 1979: 44).
Nunca encuentra el lector un momento de sosiego, ni aun al conocer la causa. El autor juega con su ansiedad cuando en el último párrafo expresa: "Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorables, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma" (Quiroga 1979: 44).
Recomiendo su lectura a grupos adolescentes. En primer lugar porque la de Quiroga es una narrativa fresca que no ha perdido vigencia con el paso de lo años: conserva aún la capacidad de sorprender. Y en segundo lugar porque es una historia "atravesada por el terror, el rechazo y la violencia" (Rodríguez & Correa, 2005), ingredientes altamente llamativos para todo lector joven, que es intrínsecamente un buscador de emociones fuertes. Aunque, en terreno literario ¿quién no lo es?


Bibliografía


Jeffers. Oliver (2006). El increíble niño comelibros. México: FCE.
Kandinsky, Vassili (1979/1989). De lo espiritual en el arte. México: Premia.
Quiroga, Horacio (1972). Sus mejores cuentos. Chile: Nascimento.
Shulevitz, Uri (1999): "¿Qué es un libro álbum", en El libro-álbum: invención y evolución de un género para niños. Caracas: Banco del Libro.
Rodríguez, C. , Correa, J.(2005). Cuando Frankenstein no se mira al espejo. Un repaso a la literatura juvenil. En Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil Nº 184. Recuperado de http://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=1007124
Valdivia, Paloma (2012). Duerme Negrito. México: FCE.
Van Allsburg, Chris (1984/2011). Los misterios del señor Burdick. Chile: FCE.
http://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=1007124



© Carolina Meneses Columbié, 2013

sábado, 11 de mayo de 2013

"La bruja bella y el solitario", de Ana María del Río

Editoral Alfaguara 2003, 2a. ed.
62 p.
Ilustraciones de Peli
Santiago, Chile
A partir de 8 años


Con un estilo impecable, sencillo y encantador la autora nos introduce en los barrios antiguos de Santiago, donde viven  una bruja bella, perfecta, traviesa y fanática de la limpieza y del orden,  y un escritor talentoso, solitario y tímido.  
El escritor, profundamente enamorado de la bruja bella, le envía apasionadas cartas de amor  con Send, su paloma mensajera y mejor amiga.  La bruja, furiosa ya por la cantidad de misivas que invaden y desordenan su pulcro castillo, decide descubrir al responsable de tal desastre y un buen día sigue a Send hasta la casa del solitario. “¿Por qué me escribes?” Le pregunta ella. “Porque se me traba la lengua para hablar…te”. Le responde el solitario. Es en ese instante cuando a la bruja se le comienza a enternecer el ánimo ante semejante personaje, singular y extraño, que tanto la admira.
Una de las historias de amor más bellas contadas en un libro de literatura infantil. Una historia que nos lleva al Santiago antiguo, el de los caserones y calles con tradición, y que nos incita a salir a descubrirlo por nosotros mismos. 
Como mediadores resulta interesante proponerle a los niños el desafío de salir a explorar los barrios donde transcurre la historia para descubrir cuáles podrían ser los caserones en los que se inspiró la autora para situar a los personajes.

Bibliografía
Río, A. (2003). La bruja bella y el solitario. (2a). Santiago, Chile: Alfaguara.

© Carolina Meneses Columbié, 2013

martes, 7 de mayo de 2013

"Cómo escribir realmente mal", de Anne Fine

Editorial SM, 2005.
109 p.
Traducción de María José Guitián
Ilustraciones de Julio Sánchez
Madrid, España
A partir de 9 años

A causa del trabajo de la madre, la familia de Vicente Martín tiene que mudarse con frecuencia  de una ciudad a otra, por lo que él ha conocido ya muchos colegios, entre ellos el de La Mansión Araiz (Escuela mixta), donde transcurre la historia y al que llega con una  actitud intolerante y aires de superioridad. Para agravar la situación la señorita Encarnita, su  profesora, lo sienta al lado del chico más torpe de la clase, Javi Pastor.  Al tener que desarrollar  un trabajo de redacción individual que duraría varios días, Vicente nota las grandes dificultades de escritura de su vecino de asiento y, más por desesperación que por buena voluntad, lo comienza a ayudar. Es así como Vicente, sin proponérselo, le va tomando afecto a Javi al mismo tiempo que le sorprende descubrir en él una extraordinaria capacidad en el área artística y manual,  que contrasta con sus profundos problemas de aprendizaje.  A Vicente le queda claro que es  por ahí, precisamente, por donde puede ayudarlo a ganar más confianza en sí mismo. Algo que la profesora ha sido incapaz  de ver en todo el tiempo que ha tenido a Javi como alumno.
Esta obra responde al género de la novela ficcional verosímil. Toca temas actuales que los mediadores no podemos dejar de lado.  La estructura familiar, por ejemplo. En la  familia de Vicente los roles tradicionales están cambiados sin que por ello merme la imagen que él tiene de  sus progenitores. La madre sale a trabajar y, de hecho, es su trabajo lo que determina la movilidad de la familia. El padre se queda en casa y es quien acoge a Vicente. Con la mayor naturalidad suele darle al hijo consejos trascendentales mientras prepara la cena.
Por otra parte, el libro hace una dura crítica al tipo de profesor que no puede o no sabe o no quiere darse el trabajo de identificar lo diverso y significativo en cada uno de sus alumnos. “¿Por qué seguía actuando como si el cerebro de Javi fuese igual que el suyo o el mío? ¿Por qué no veía que su maquinaria funcionaba de diferente manera a la nuestra?” (Fine 2005: 61), son las preguntas que se hace Vicente con respecto a la señorita Encarnita, molesto con ella al saberla incapaz de  ayudar a Javi.
Temas como el de la familia y la escuela,  vistos desde la mirada crítica de un niño  que nos habla  a través de la fuerza expresiva de una gran escritora que sabe cómo entusiasmar al lector desde la primera página, así como cerrar el conflicto de manera impecable.

Bibliografía
Fine, A. (2005). Cómo escribir realmente mal. España: SM.

© Carolina Meneses Columbié, 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

La censura en la literatura infantil

Ilustración del libro de Maurice Sendak "Donde viven los monstruos".
Desde que existe,  la literatura infantil ha sido acosada por un enemigo incansable que, bajo el disfraz de las buenas intenciones, la reprime, la mutila o la silencia:  la censura, enemigo que se presenta bajo distintas formas, algunas menos sutiles que otras: "Una de las formas más obvias de censura es aquella que atañe a la presunta obligación de los textos de obedecer sumisamente a la moral vigente" (Carranza, 2009).
La idea de los "buenos" libros con contenidos didácticos que enseñen a los niños a ser tan buenos como ellos, a comportarse, a obedecer, a no cuestionar, todavía se encuentra muy arraigada en la mente de muchos adultos cuando se habla de la literatura que leerán los niños. Lo estético, lo novedoso, lo fantástico, lo diverso, lo original,  lo alternativo, lo ambiguo, lo diferente, en fin, lo artístico,  son temas irrelevantes o peliagudos para las mentes censuradoras y, por lo tanto, no se tocan. Y para qué mencionar lo transgresor o lo polémico,  conceptos que podrían colapsar a muchos. Los censuradores no tomarán  en cuenta que una "obra debe ser valorada en su dimensión creadora" (Hanán F., 1988).
Otra de las formas en que la censura se las amaña para lanzar la estocada, es a través de las editoriales. Más veces de las que se desearía, deciden con criterios absolutamente comerciales y cual verdugos, qué libro verá la luz previa mutilación de palabras, oraciones y párrafos peligrosos, y qué libro será silenciado en su totalidad. Incluso,  "puede suceder que un texto sea escrito o elegido con el único propósito de transmitir un contenido considerado legítimo socialmente" (Carranza, 2009). Es decir, un libro cuya génesis estará determinada por una receta que cumpla tal y cuál característica políticamente correcta. Está claro que un libro así será el más vendido, o al menos eso se intentará. A esto Graciela Montes lo define como otro tipo de censura  más insidiosa y solapada. "Se la puede llamar enclaustramiento o encarrilamiento o domesticación. No consiste en cortar lo ya hecho sino en acomodar la cultura y dirigir lo por hacer" (Machado & Montes, 2003). 
No hay que perder de vista que al censurar un texto, también se censura al lector "imposibilitándoles construir sus propios sentidos, transitar sus propios caminos dentro de la historia que está leyendo. Impidiéndoles actuar como creadores de su propia lectura" (Carranza, 2009).

Recordemos libros de la literatura infantil que en su momento fueron censurados:


Los zapatos voladores, de Margarita Belgrano, fue censurado durante los peores años de la dictadura militar argentina, 1976 y 1979. Cuenta la historia de un cartero que agotado de tanto caminar, expresaba su rebelión lanzando los zapatos al aire. Está claro que la sola idea de un personaje que desafiaba a su aplastante realidad era inadmisible para un régimen dictatorial.

Durante los mismos años y también en Argentina, se censuró La torre  de cubos, de la escritora Laura Devetach. Al libro lo condenaron por su exceso de fantasía.

La composición, de Antonio Skármeta, tampoco gustó a la dictadura chilena. Apareció por primera vez en Caracas y en algunos  países europeos durante la década de los 80. Trata la historia de un niño de ocho años amante del fútbol que se ve involucrado en varios problemas. Aunque el libro no explicita en qué lugar del mundo se desarrolla la trama, las descripciones remiten a los años de la dictadura en Chile y a la represión y censura vividos durante esos años.




Donde viven los monstruos, escrito e ilustrado por Maurice Sendak en 1963, a pesar de que su divulgación no fue censurada del todo, sí causó mucha polémica en Estados Unidos. Los padres opinaban que el libro asustaría a sus hijos, cuando realmente a quienes asustaba era a ellos mismos al romper sus esquemas de lo que debía ser un libro infantil. La figura de ese niño caprichoso que luego de una pataleta va a parar a una isla habitada por monstruos sobre los que termina reinando, no representaba el modelo de conducta que querían reproducir en sus propios hijos.

Más que censurar, a la literatura infantil se la debiera analizar desde posiciones que incluyan diferentes puntos de vista: el del especialista, el de los profesores, el de los padres y el de los niños. Nunca desde la mirada del que prohíbe por no aceptar sistemas de pensamiento opuestos al suyo.  Quiero concluir con palabras de Teresa Colomer, "la respuesta pasa, por una parte, por el análisis de los libros, por comprender cómo las obras se abren como un mapa lleno de pistas para construir a su lector, llevarle de la mano hacia terrenos cada vez más complejos y exigirle la puesta en juego de una mayor experiencia de vida y de lectura" (Colomer 2005: 190).


Bibliografía

Carranza, M. (2009). ¿Por qué la literatura es también para niños? [Exclusivo en línea]. Imaginaria.
      Recuperado de http://www.imaginaria.com.ar/2009/12/%C2%BFpor-que-la-literatura-es-tambien-para-los-ninos/
Colomer, T. (2005). Andar entre libros. La lectura literaria en la escuela. México: FCE.
Cuento de lo militar en  http://wvw.nacion.com/viva/2000/mayo/24/cul2.html. Recuperado el 1 de
       mayo de 2013.
Hanán, F. (1988). ¿Cómo elegir un buen libro para niños? Algunas recomendaciones útiles. Venezuela: Banco del Libro de Venezuela.
Machado, A., Montes, G. (2003). Literatura infantil. Creación, censura y resistencia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana.


© Carolina Meneses Columbié, 2013

domingo, 14 de abril de 2013

Qué es la literatura infantil (II)

Ilustración de Quentin Blake

"Es extraño que podamos hablar de LIJ, que podamos pensarla, amarla y defenderla sin que podamos, en cambio, definirla categóricamente" (Bodoc 2010: 244). Empiezo esta entrada con palabras de Liliana Bodoc  porque ahora la tarea consiste en difinir la literatura infantil desde un punto de vista teórico, partiendo del análisis que hacen los que saben del tema, algunos de ellos, además, grandes exponentes del género, como es el caso de Liliana. Me empapo de este pensamiento suyo que se extraña ante la dificultad de poder definir categóricamente qué es al fin, o para empezar,  la LIJ. Me gustaría como ella "separarme de cualquier dogma y de casi todos los axiomas excluyentes, porque no puedo sostenerlos ni en el discurso ni en la práctica" (Bodoc 2010: 244).  Por eso es mi intención, después de leer las lecturas sugeridas, poder llegar a definir -o mejor dicho aproximarme con algunos gramos más de certeza, si es que tal cosa es posible-  algo tan complejo como es la literatura infantil.
No sé por qué el concepto de Gemma Lluch ni me estremece ni me satisface del todo. Tal vez se deba a que, a diferencia de Liliana Bodoc, no parece tener dificultades para  definir categóricamente no solo a la literatura infantil sino a la juvenil también, como aquellos  textos literarios o paraliterarios que son pensados o editados en colecciones dirigidos sobre todo a un público infantil y juvenil (Lluch, 2007). Tal vez no me satisfaga porque aún siguen arraigados en lo más profundo de mi ser ciertos criterios instintivos e intuitivos que reaccionan a definiciones categóricas.
Así como me siento acogida en el pensamiento de Lliana Bodoc, me acoge también el de Joel Franz Rosell, escritor cubano, al que también le parece impreciso tratar de conceptualizar a la literatura infantil, más bien la define como una "creación estética", como "una determinada sensibilidad (...) que tendría que ser realmente compartida por el escritor si quiere que su obra no sea un elemental acto de trasmisión de cultura y experiencia, una burda adaptación del discurso literario, sino la colaboración sincera y vinculante de su espíritu con aquellos que mejor capacitados están  para comprenderle" (Rosell, 2013). Lo que me lleva a pensar que es debido a este pacto tácito, a esta correspondencia absoluta entre el escritor y el lector, que muchas obras cimeras de la literatura que no fueron escritas para  niños se convirtieran en sus lecturas preferidas. En determinado momento histórico, en determinado contexto social, son los niños quienes más capacitados están para comprender el espíritu del autor.
León de biblioteca, de Michelle Knudsen
Oswaldo Reynoso, escritor arequipeño, ha dicho que la literatura es una, o es buena o es mala. La misma idea le escuché a un gran escritor argentino amigo mío al que no le gusta ser citado, "no hay escritura para mujeres ni para hombres, ni para chicos ni para grandes, hay solo buena y mala literatura". Idea a la que me sumo para tratar de definir a la literatura infantil como una creación artística ajena a la repetición de códigos, por lo tanto no debe ser utilizada como medio de instrumentalización. Tampoco debe aceptar censuras ni consignas, "la consigna implica obediencia, y nosotros tenemos que poder elegir. Elegir en lugar de obedecer. Reinstalar lo diverso. Y lo laberíntico" (Machado & Montes, 2003).
Como mediadores deberíamos poder plantarnos ante los niños, o mejor aún, instalarnos entre ellos y mostrarles a través de la literatura infantil que es su derecho el poder ELEGIR en lugar de obedecer, su opción la de REINSTALAR lo DIVERSO y lo LABERÍNTICO.  Su propia aventura, la de abandonar la pauta para seguir  su voz.


Bibliografía

Bodoc, Liliana. "Literatura como discurso artístico". Actas de  CILELIJ, Vol. 2. 244-246.
Lluch, G. (2007). Entrevista a Gemma Lluch. [Archivo de video]. Recuperado de
     http://www.cervantesvirtual.com/obra/entrevista-a-gemma-lluch--0/
Machado, A., Montes, G. (2003). Literatura Infantil. Creación, censura y resistencia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana.
Rosell, J. (2013). ¿Qué es la literatura infantil? Un poco de leña al fuego [Exclusivo en línea]. Fundación 
      Cuatrogatos.  Recuperado de http://www.cuatrogatos.org/show.php?item=217


© Carolina Meneses Columbié, 2013


domingo, 7 de abril de 2013

Qué es la literatura infantil



Como tarea del diplomado en fomento lector me han pedido que defina desde mi propio instinto lo que entiendo por literatura infantil. Qué-entiendo-por-literatura-infantil. Así, con todas y cada una de las cinco palabras que componen la frase. Sencillo, pensé, hasta que tomé asiento frente al computador y me puse a  tratar de escribir lo que entiendo o entendía o entenderé por tal género. Antes creía que era lo que los adultos escribían para los niños, o lo que los primeros le leían a los segundos a la hora de dormir o a la hora que estimaran conveniente.
Al crecer abandoné la pila de libros maravillosos que de chica  me compraban mis padres y que leía y releía sin aburrirme. Hasta que me aburrían. Entonces, sólo entonces, me regalaban más. De adulta cambié mis lecturas por algunas más "aptas", pero volví a los libros infantiles cuando nacieron mis hijos. Tiempo más tarde comencé a trabajar en una biblioteca escolar y me lancé de cabeza a las aguas aparentemente tranquilas de la literatura infantil, creyendo que podría nadar sin sobresaltos. Las aguas resultaron no ser tan tranquilas y las sorpresas aparecieron a cada brazada. Tendría que repensar mis definiciones. Y en eso estoy hasta ahora.
Sigo pensando que literatura infantil es lo que escriben los adultos para que lo lean los niños, pero resulta que también hay niños que escriben para niños. Sigo opinando que es la literatura que le leen los adultos a los niños, pero también es literatura que los niños le leen a otros niños e incluso a los adultos. Podría continuar diciendo que también es literatura para adultos como yo, que la leen para sí mismos, aun cuando no haya niños cerca, porque le descubren características insospechadas, códigos, frases y emociones que les estremecen, caminos que conducen al pasado y otros que les muestran claves para valorar el presente y construir el futuro.
A diario me maravilla encontrar nuevos significados en una historia que voy leyendo a los niños, guardo silencio entonces mientras ellos esperan algo inquietos a que continúe, pero entienden que necesito una pausa para salir del asombro del descubrimiento. 


Imagen de Cristina Gómez Meneses