miércoles, 22 de marzo de 2017

"Yacay en las tierras del buen viento", de Luz María del Valle

Luz María del Valle
Editorial Amanuta
2da. edición, 2011
Santiago de Chile
Ilustraciones de Francesca Mencarini

El primer libro de la exitosa saga "Yacay", de la escritora y periodista chilena LUZ MARÍA DEL VALLE, nos introduce en el mundo de los volocordos, pacíficos seres de piel celeste y alas coloridas que viven en  las ramas de árboles enormes. Su existencia no podría ser más tranquila si no fuera por la presencia y acoso de los maullianos, temibles hombres-gato, rápidos y fuertes, capaces de levantar a un volocordo sin hacer el menor esfuerzo. Pero una vieja profecía anuncia el nacimiento de un príncipe que salvará a los volocordos de la amenaza constante de los maullianos. "A ese gran Hijo de Reyes lo iban a reconocer todos porque volaría más alto que ningún volocordo jamás conocido." (Valle 2011: 11).
¿Será Yacay, hijo del rey  Coron y de la reina Nira, de quien habla la profecía?
No se trata de la típica historia del elegido que salvará a su pueblo de todas las desgracias, pues Yacay dará sorpresas desde  su nacimiento:  "Desgraciadamente, el único hijo que tenían los reyes parecía ser todo lo contrario del fabuloso personaje que todos esperaban" (Valle 2011: 11)

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Booktrailer de "Yacay en las tierras del buen viento"





BIBLIOGRAFÍA
Valle, L. (2011). Yacay en las tierras del buen viento. (2a). Santiago, Chile: Amanuta.


miércoles, 22 de junio de 2016

"Flotante", de David Wiesner

David Wiesner
Océano Travesía
México, D.F, 2007
40 p.


Un niño encuentra en la playa cierto objeto extraño que trajeron las olas. No sabe lo que es, así que pregunta. El objeto, una antigua cámara subacuática, guarda en su interior imágenes que viajaron por el tiempo y la distancia hasta llegar  a sus manos para dejarlo anonadado con lo que descubre. Tortugas marinas que transportan ciudades de caracolas sobre su caparazón, un cardumen en el que conviven peces mecánicos con los reales, turistas extraterrestres de visita por los fondos marinos,  una comunidad de sirenas y de tritones en su quehacer cotidiano, estrellas de mar gigantes caminando mares, y otras rarezas. 


David Wiesner nos cuenta una extraordinaria historia marina sin palabras, y no las extrañamos porque no son necesarias. El lector puede inventar la suya: ¿qué fondos marinos, completamente desconocidos para el ser humano, visitó la cámara? ¿a quién perteneció? ¿de qué tiempo viene? ¿de qué lugar? Como un espía o espectador invisible ha venido registrando imágenes que escapan a toda lógica y ley natural, para llegar a las manos de alguien capaz de entender el mensaje, ese inequívoco mensaje que le permitirá continuar la travesía.



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sábado, 18 de junio de 2016

"Juicio al Ratón Pérez", de Marcelo Birmajer

Texto: Marcelo Birmajer
Ilustraciones: Pez
Editorial Alfaguara. Buenos Aires, 2010
113 páginas


Un enigmático e impecable detective y el más capacitado para resolver casos sobrenaturales, Ramón Escopeta. Un gato de muy buen corazón, Miró Nepomusemo, abogado del Ratón Pérez y de quien pudiera llegar a necesitarlo, sobre todo si cuenta con la recomendación de su amigo, el enigmático detective. El más famoso de los ratones del mundo en problemas legales por no haber cumplido con su rol histórico. Un niño desconsolado que perdió el primer diente. Dos compañeros de aula que se enfrentan en una batalla de ketchup. Un par de ninjas que caen del cielo para desatar un cataclismo.  Una ciudad arrasada por una avalancha inimaginable y otra, habitada por individuos que cargan con un currículum de maldad. Un adulto que trama una venganza terrible para aliviar el corazón herido del niño que fue. Son algunos de los personajes y situaciones que nos sorprenden  a medida que avanzamos en la lectura de los tres casos que debe investigar Ramón Escopeta en "Juicio al Ratón Pérez". Marcelo Birmajer, su autor, nos saca carcajadas con diálogos disparatados para luego hacernos reflexionar con frases como ésta: Las ideas en la cabeza son como los bebés de una familia: cuando se despiertan, despiertan a todos los demás. Cuando una idea despierta, despierta a todas las ideas cercanas
Acompañan al texto las imágenes del ilustrador argentino Alberto Pez
Alfaguara dice que es para lectores desde los diez años, pero si tienes nueve u ocho y quieres leerlo, pues adelante, no tiene caso que te prives de pasar un buen rato porque así lo sugiere una editorial.

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Bibliografía
Birmajer, M. (2010). Juicio al Ratón Pérez. (1a). Buenos Aires, Argentina: Alfaguara.


© Carolina Meneses Columbié, 2016





martes, 14 de junio de 2016

"Niña Bonita", de Ana María Machado

Texto: Ana María Machado
Ilustraciones: Rosana Faría
Ediciones Ekaré. Caracas, 1997
24 páginas
Ana María Machado, la escritora brasileña ganadora del premio Hans Christian Andersen 2000, y la ilustradora venezolana Rosana Faría, unen sus talentos para entregarnos la historia de una niña negra, muy negra y bien bonita, y de un conejo blanco, muy blanco y de orejas rosadas, que admira a la niña al punto de querer ser como ella: negro muy negro. "¿Cuál es tu secreto para ser tan negrita, Niña Bonita?" Le pregunta un día. La niña no lo sabe y se pone a inventar respuestas disparatadas. Que si le cayó encima un frasco de tinta negra cuando era chiquita, que si tomó café negro, que si comió muchas uvas negras. El conejo, en su afán, toma al pie de la letra las palabras de la niña y las lleva a la práctica sin éxito, ¿cuál será el misterio? Por fin, la madre de la niña, una bella mulata, le explica al conejo de dónde sacó la hija su hermosura de pantera: "Encantos de una abuela negra que ella tenía". El conejo comprende que seguirá siendo blanco por mucho que intente, pero si encuentra para casarse a una coneja negra, podrá tener una hija tan linda como la Niña Bonita. Y eso hace.
De gran calidad, texto e imagen van de la mano a lo largo de todo el libro. Por este trabajo Rosana Faría recibió en Japón la Mención de Honor en el Concurso NOMA de Ilustración.
Recomendado a niños de tres años en adelante.


miércoles, 24 de junio de 2015

Unos vecinos muy especiales

Dibujo de Cecilia Almarza Nazar

En lo alto de la colina hay dos casuchas separadas por cinco metros. En la casucha de la derecha vive el mago Lesín. En la de la izquierda,  la bruja Katya.
Lesín  es  un viejo feo con un talento extraordinario para cantar y componer.
Katya, joven y bella, prepara pócimas fabulosas y puede transformarse en lo que se le ocurra.
Lesín está enamorado de Katya y para conquistarla le compone canciones que le canta al anochecer y al amanecer.
Katya no ama a Lesín, aunque le gustan sus canciones  y  su hermosa voz de tenor.
Un día Lesín se arma de coraje y le pide matrimonio.
–¡Por nada del mundo me casaría contigo! –le responde Katya dándole la espalda.
Lesín no se rinde. Luego de mucho pensar, compone la canción más hermosa jamás escuchada en este mundo ni en otros. Espera la primera noche de luna llena, hace gárgaras con claras de huevo, afina con el Do,Re, Mi, Fa, Sol. Se pone a cantar.
Katya lo escucha y siente un calor extraño en el rostro. Su cuerpo se descontrola y va sufriendo las más diversas transformaciones: en una luna, en un sol, en un unicornio, en una lechuga y en una lechuza; en un ramo de flores, en un altar, en un anillo  de matrimonio y al final, en ella misma aun más hermosa.
Al día siguiente, a primera hora, Katya cuelga un letrero de “Se arrienda” en la puerta de su casucha, y parte a buscar a Lesín para casarse con él.


© Carolina Meneses Columbié, 2012

sábado, 28 de marzo de 2015

La pizza y el pirata


(Del libro de cuentos infantiles "Cuentos de Emergencia", de Carolina Meneses Columbié)

Dibujo de Cecilia Almarza Nazar


La vida del pirata Espada Loca cambió por completo el día que comió una pizza por primera vez. Es que no era cualquier pizza, se trataba de la de peperoni, choricillo, aceitunas y doble queso, ¡no digo yo!
Sin embargo, su vida no cambió para bien. Su vida cambió para mal.
Se volvió fanático de la pizza de peperoni, choricillo, aceitunas y doble queso. Lo único que pensaba día y noche era en conseguirlas a como diera lugar, por las buenas o por las malas.
En cuanto su barco atracaba en algún puerto, Espada Loca buscaba las pizzerías de la ciudad y cuando las localizaba, las invadía espada en ristre. Amarraba a los pizzeros de pies y manos y se llevaba todo el pedido de la semana de su pizza favorita.
Pronto se convirtió en un pirata indeseable y temido. Los pizzeros dejaron de hacer pizzas de peperoni, choricillo, aceitunas y doble queso, lo que provocó la desesperación de Espada Loca, que armaba una pataleta tremenda  y, con el corazón triste, se retiraba llorando a moco tendido.
Como se negó rotundamente a ingerir otros alimentos se puso flaco, muy flaco;  pálido, muy pálido y debilucho, muy debilucho.
Los hombres de su tripulación estaban preocupados:
-¡Como esto siga así, nos quedaremos sin capitán! -murmuraban entre ellos. Hasta que al más inteligente se le ocurrió una idea estupenda:
-¿Por qué no convertimos el barco en una pizzería y nos ponemos a hacer pizzas?
Así fue como el barco del pirata Espada Loca se convirtió en la más famosa de las pizzerías que navegaba los Siete Mares. En realidad no había otras. Su especialidad y único plato del menú era la pizza de peperoni, choricillo, aceitunas y doble queso.
¡He dicho!


© Carolina Meneses Columbié, 2012

sábado, 5 de julio de 2014

La empanada

(Del libro de cuentos infantiles "Cuentos de Emergencia", de Carolina Meneses Columbié)

Dibujo de Cecilia Almarza Nazar

Me ocurrió durante las Fiestas Patrias. Cuando le iba a dar la primera mordida a la primera empanada de pino de la temporada, escuché un sonido misterioso que venía de su interior. Sus entrañas sonaban más o menos así:
¡CRASH, CRESH, BRUUU!
Llenándome de valor y agarrándola fuerte con ambas manos, pregunté en voz alta:
-¡QUIÉN ESTÁ ALLÍ?
La respuesta no tardó, el sonido volvió a repetirse:
¡CRASH, CRESH, BRUUU!
Entonces, ocurrió lo verdaderamente increíble: la misteriosa empanada comenzó a hincharse como si fuera a explotar. Pero, por suerte, se detuvo antes de hacerlo. 
Me asusté tanto que la solté. La empanada, en lugar de caer al suelo se mantuvo en el aire.
Yo no sabía si reírme o si salir corriendo. Al final no hice ninguna de las dos cosas, estaba paralizado viendo cómo la empanada se mantenía flotando a la altura de mis ojos.
Hizo cuatro movimientos rápidos:
Hacia la derecha.
Hacia la izquierda.
Hacia abajo.
Hacia arriba.
Se quedó quieta un instante y salió disparada.
Se fue volando por la ventana, a toda velocidad y echando humo por la cola. 
Me la quedé mirando con la boca abierta, hasta que se perdió en el cielo.
Todavía me estoy preguntando si sería una empanada extraterrestre o una nave extraterrestre disfrazada de empanada. ¡Quién sabe!

© Carolina Meneses Columbié, 2012