lunes, 8 de julio de 2013

Alucinando con la fuerza creadora de algunos libros

Siguiendo adelante con los desafíos y tareas del Diplomado en Fomento de la Lectura y Literatura Infantil y Juvenil, en esta entrada pretendo expresar desde una mirada propia, o tanto como lo permita una pauta de trabajo como la que debo seguir, las primeras impresiones intuitivas y emocionales que despertaron en mí los siguientes títulos:

Los misterios del señor Burdick, de Chris Van Allsburg.
El increíble niño comelibros, de Oliver Jeffers.
Duerme negrito, de Paloma Valdivia.
Y el cuento de Horacio Quiroga, "El almohadón de plumas".

Comencemos por mi preferido:

Los misterios del señor Burdick, de Chris Van Allsburg.

Portada del libro
Mi primer encuentro con Los misterios del señor Burdick fue gracias al librero que atiende la biblioteca donde trabajo. En cuanto me lo puso en las manos me atrajo la ilustración de la portada, y terminó de cautivarme por completo cuando lo abrí y lo empecé a hojear. ¿Qué libro es éste? Me pregunté. ¿Quién es el artista que le dio vida? Hasta ese momento no había tenido el gusto de acercarme a la obra de Chris Van Allsburg, así que no sólo separé un ejemplar para la biblioteca, sino que compré otro para mí. Más tarde lo leí y lo observé con detenimiento. Una y otra vez.
Fue amor a primera vista, y también a posteriori, pues se trataba de un amor que crecía a cada nueva lectura. Era uno de los libros más hermosos y enigmáticos que había conocido hasta ese momento. No podía dejar de pensar cómo se lo presentaría a los niños que visitan la biblioteca, o qué actividades podríamos crear a partir de los misteriosos y crípticos textos y de las alucinantes ilustraciones. Cuántas posibilidades podía ofrecer semejante material, cuánta riqueza imaginativa, cuánta fuerza creadora.
Imagen del cuento "Las siete sillas"
El brevísimo texto que presenta a cada una de las imágenes invita al lector a completar la historia a través de la observación atenta. Tal vez uno de los textos más enigmáticos del libro corresponda a la del cuento Las siete sillas: "La quinta silla terminó en Francia" (Allsburg, 1996). Pero, ¿qué tiene de raro que una silla vaya a parar a Francia? Basta con mirar la imagen en la que una monja se eleva por los aires sobre una silla para abrir la incógnita. El texto dice que llegó la silla, pero no menciona a la monja, ¿qué fue de ella?
Las ilustraciones, en blanco y negro, invitan a ser descubiertas en la cantidad de detalles que contienen. Detalles  en los que juegan la fantasía, la magia, el humor, el absurdo y hasta el miedo.
Texto e ilustraciones no se podrían analizar por separado, ni admirar a uno ignorando a las otras. Y viceversa. El texto aparece en la página de la izquierda y la ilustración ocupa toda la página de la derecha. Pero no cabe duda de que la fuerza expresiva y artística se concentra en las imágenes mucho más que en el texto.
¿Cuál será la propuesta que el autor entrega con el libro? Pienso que su objetivo fue apuntar al juego libre de la creación y de la imaginación, para llevarlas al extremo y luego dejarse llevar por ellas, sin ataduras ni temores.


Sigo con otro de mis preferidos.

El increíble niño comelibros, de Oliver Jeffers.

Lo encontré cuando buscaba por internet  material para una actividad de fomento lector. Navegando, navegando,  llegué a la excelente animación de youtube, que me motivó a buscar el libro original para presentárselo a los niños.
Imágenes de El increíble niño comelibros

La idea de un insaciable niño devorador de libros me pareció fabulosa para desarrollarla con pequeños de kínder. Y así fue,  a petición del público, tuve que leer varias veces la historia de El increíble niño comelibros, con el que parecían sentirse tan identificados.     
El texto es sencillo, literalmente repartido por toda la página  utiliza más de una tipografía y tamaño.  
La consulta de los documentos del módulo 4 del Diplomado, "Visualidad e ilustración en la literatura para niños y jóvenes" (http://webcurso.uc.cl) me permiten atribuir a las ilustraciones un estilo claramente minimalista, en el que nuestro increíble niño es representado con círculos, óvalos y trazos muy sencillos, pero no por ello menos expresivos. Los colores vivos utilizados por Oliver Jeffers, en los que priman el anaranjado, el rojo y el verde, despiertan alegría y entusiasmo. Y pienso en la vibración anímica de la que hablaba Kandinsky: "La fuerza psicológia del color provoca una vibración anímica. La fuerza física elemental es la vía por la que el color llega al alma" (Kandinsky, 1989).   
Ilustraciones y texto se entrecruzan y se coordinan para contar la historia, en este libro "las palabras no se sostienen por sí solas. Sin las ilustraciones el contenido de la historia se vuelve confuso. Son las imágenes las que proporcionan la información que omiten las palabras"  (Shulevitz, 1999).    
Tal vez la propuesta del autor al crear este libro haya sido la de pasarlo bien y, en consecuencia, que lo pasaran bien los lectores. Lo ignoro. Pero de lo que sí estoy segura, es de que plantear de manera categórica cuál es la propuesta que pretende entregar un autor al crear un libro me parece una idea bastante ingenua. Un creador crea porque siente la necesidad de hacerlo, y cuando crea lo hace con disciplina, yendo de etapa en etapa hasta conseguir el producto final, que no deja de sorprenderlo cuando éste se va transformando en el camino.


El almohadón de plumas, cuento de Horacio Quiroga


Horacio Quiroga
Lo leí por primera vez a los catorce años y quedé impactada. Desde entonces suelo retomarlo cada cierto tiempo y vuelve a provocarme una fuerte impresión de sobrecogimiento y de impotencia ante el fatal desenlace de Alicia.
Marío Rodríguez Fernández, en el prólogo de Sus mejores cuentos, ha definido con exactitud el mundo narrativo de Quiroga cuando expresa: "El mundo narrativo de Quiroga no es sólo el mundo del demonismo, sino también, el de la fatalidad (...) el hombre no puede rebelarse contra su medio, ya que es fruto de él, y la conciencia del narrador que, estimando tan lejanos los valores auténtico y no viendo ninguna posibilidad de rescate, entrega sus personajes en forma desesperanzada al mundo del demonismo" (Quiroga 1972: 15).
El suspenso del texto comienza a generarse en la primera oración: "Su luna de miel fue un largo escalofrío" (Quiroga 1972: 39). Y continúa con la descripción fría y distante de la relación matrimonial de Alicia y Jordán así como de la casa que habitaban: "La casa en que vivían influía no poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso - frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado" (Quiroga 1972: 39). La descripción de la rara enfermedad de Alicia transcurre en un sentimiento de zozobra para el lector, que de manera inconsciente trata de encontrar respuestas. El clímax se alcanza en los últimos párrafos, cuando la sirvienta descubre el origen del mal en el almohadón de plumas que usaba Alicia: "Sobre el fondo, entre las plumas,  moviendo lentamente las patas velludas, había una animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca" (Quiroga 1979: 44).
Nunca encuentra el lector un momento de sosiego, ni aun al conocer la causa. El autor juega con su ansiedad cuando en el último párrafo expresa: "Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorables, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma" (Quiroga 1979: 44).
Recomiendo su lectura a grupos adolescentes. En primer lugar porque la de Quiroga es una narrativa fresca que no ha perdido vigencia con el paso de lo años: conserva aún la capacidad de sorprender. Y en segundo lugar porque es una historia "atravesada por el terror, el rechazo y la violencia" (Rodríguez & Correa, 2005), ingredientes altamente llamativos para todo lector joven, que es intrínsecamente un buscador de emociones fuertes. Aunque, en terreno literario ¿quién no lo es?


Bibliografía


Jeffers. Oliver (2006). El increíble niño comelibros. México: FCE.
Kandinsky, Vassili (1979/1989). De lo espiritual en el arte. México: Premia.
Quiroga, Horacio (1972). Sus mejores cuentos. Chile: Nascimento.
Shulevitz, Uri (1999): "¿Qué es un libro álbum", en El libro-álbum: invención y evolución de un género para niños. Caracas: Banco del Libro.
Rodríguez, C. , Correa, J.(2005). Cuando Frankenstein no se mira al espejo. Un repaso a la literatura juvenil. En Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil Nº 184. Recuperado de http://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=1007124
Valdivia, Paloma (2012). Duerme Negrito. México: FCE.
Van Allsburg, Chris (1984/2011). Los misterios del señor Burdick. Chile: FCE.
http://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=1007124



© Carolina Meneses Columbié, 2013

1 comentario:

  1. Me encantó. De lo mejor que has escrito para el Diplomado. Lo hallo contundente dentro de lo conciso. Un fino equilibrio entre lo meramente técnico y el compromiso emocional de tu parte. Un acierto.

    ResponderEliminar