sábado, 11 de mayo de 2013

"La bruja bella y el solitario", de Ana María del Río

Editoral Alfaguara 2003, 2a. ed.
62 p.
Ilustraciones de Peli
Santiago, Chile
A partir de 8 años


Con un estilo impecable, sencillo y encantador la autora nos introduce en los barrios antiguos de Santiago, donde viven  una bruja bella, perfecta, traviesa y fanática de la limpieza y del orden,  y un escritor talentoso, solitario y tímido.  
El escritor, profundamente enamorado de la bruja bella, le envía apasionadas cartas de amor  con Send, su paloma mensajera y mejor amiga.  La bruja, furiosa ya por la cantidad de misivas que invaden y desordenan su pulcro castillo, decide descubrir al responsable de tal desastre y un buen día sigue a Send hasta la casa del solitario. “¿Por qué me escribes?” Le pregunta ella. “Porque se me traba la lengua para hablar…te”. Le responde el solitario. Es en ese instante cuando a la bruja se le comienza a enternecer el ánimo ante semejante personaje, singular y extraño, que tanto la admira.
Una de las historias de amor más bellas contadas en un libro de literatura infantil. Una historia que nos lleva al Santiago antiguo, el de los caserones y calles con tradición, y que nos incita a salir a descubrirlo por nosotros mismos. 
Como mediadores resulta interesante proponerle a los niños el desafío de salir a explorar los barrios donde transcurre la historia para descubrir cuáles podrían ser los caserones en los que se inspiró la autora para situar a los personajes.

Bibliografía
Río, A. (2003). La bruja bella y el solitario. (2a). Santiago, Chile: Alfaguara.

© Carolina Meneses Columbié, 2013

martes, 7 de mayo de 2013

"Cómo escribir realmente mal", de Anne Fine

Editorial SM, 2005.
109 p.
Traducción de María José Guitián
Ilustraciones de Julio Sánchez
Madrid, España
A partir de 9 años

A causa del trabajo de la madre, la familia de Vicente Martín tiene que mudarse con frecuencia  de una ciudad a otra, por lo que él ha conocido ya muchos colegios, entre ellos el de La Mansión Araiz (Escuela mixta), donde transcurre la historia y al que llega con una  actitud intolerante y aires de superioridad. Para agravar la situación la señorita Encarnita, su  profesora, lo sienta al lado del chico más torpe de la clase, Javi Pastor.  Al tener que desarrollar  un trabajo de redacción individual que duraría varios días, Vicente nota las grandes dificultades de escritura de su vecino de asiento y, más por desesperación que por buena voluntad, lo comienza a ayudar. Es así como Vicente, sin proponérselo, le va tomando afecto a Javi al mismo tiempo que le sorprende descubrir en él una extraordinaria capacidad en el área artística y manual,  que contrasta con sus profundos problemas de aprendizaje.  A Vicente le queda claro que es  por ahí, precisamente, por donde puede ayudarlo a ganar más confianza en sí mismo. Algo que la profesora ha sido incapaz  de ver en todo el tiempo que ha tenido a Javi como alumno.
Esta obra responde al género de la novela ficcional verosímil. Toca temas actuales que los mediadores no podemos dejar de lado.  La estructura familiar, por ejemplo. En la  familia de Vicente los roles tradicionales están cambiados sin que por ello merme la imagen que él tiene de  sus progenitores. La madre sale a trabajar y, de hecho, es su trabajo lo que determina la movilidad de la familia. El padre se queda en casa y es quien acoge a Vicente. Con la mayor naturalidad suele darle al hijo consejos trascendentales mientras prepara la cena.
Por otra parte, el libro hace una dura crítica al tipo de profesor que no puede o no sabe o no quiere darse el trabajo de identificar lo diverso y significativo en cada uno de sus alumnos. “¿Por qué seguía actuando como si el cerebro de Javi fuese igual que el suyo o el mío? ¿Por qué no veía que su maquinaria funcionaba de diferente manera a la nuestra?” (Fine 2005: 61), son las preguntas que se hace Vicente con respecto a la señorita Encarnita, molesto con ella al saberla incapaz de  ayudar a Javi.
Temas como el de la familia y la escuela,  vistos desde la mirada crítica de un niño  que nos habla  a través de la fuerza expresiva de una gran escritora que sabe cómo entusiasmar al lector desde la primera página, así como cerrar el conflicto de manera impecable.

Bibliografía
Fine, A. (2005). Cómo escribir realmente mal. España: SM.

© Carolina Meneses Columbié, 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

La censura en la literatura infantil

Ilustración del libro de Maurice Sendak "Donde viven los monstruos".
Desde que existe,  la literatura infantil ha sido acosada por un enemigo incansable que, bajo el disfraz de las buenas intenciones, la reprime, la mutila o la silencia:  la censura, enemigo que se presenta bajo distintas formas, algunas menos sutiles que otras: "Una de las formas más obvias de censura es aquella que atañe a la presunta obligación de los textos de obedecer sumisamente a la moral vigente" (Carranza, 2009).
La idea de los "buenos" libros con contenidos didácticos que enseñen a los niños a ser tan buenos como ellos, a comportarse, a obedecer, a no cuestionar, todavía se encuentra muy arraigada en la mente de muchos adultos cuando se habla de la literatura que leerán los niños. Lo estético, lo novedoso, lo fantástico, lo diverso, lo original,  lo alternativo, lo ambiguo, lo diferente, en fin, lo artístico,  son temas irrelevantes o peliagudos para las mentes censuradoras y, por lo tanto, no se tocan. Y para qué mencionar lo transgresor o lo polémico,  conceptos que podrían colapsar a muchos. Los censuradores no tomarán  en cuenta que una "obra debe ser valorada en su dimensión creadora" (Hanán F., 1988).
Otra de las formas en que la censura se las amaña para lanzar la estocada, es a través de las editoriales. Más veces de las que se desearía, deciden con criterios absolutamente comerciales y cual verdugos, qué libro verá la luz previa mutilación de palabras, oraciones y párrafos peligrosos, y qué libro será silenciado en su totalidad. Incluso,  "puede suceder que un texto sea escrito o elegido con el único propósito de transmitir un contenido considerado legítimo socialmente" (Carranza, 2009). Es decir, un libro cuya génesis estará determinada por una receta que cumpla tal y cuál característica políticamente correcta. Está claro que un libro así será el más vendido, o al menos eso se intentará. A esto Graciela Montes lo define como otro tipo de censura  más insidiosa y solapada. "Se la puede llamar enclaustramiento o encarrilamiento o domesticación. No consiste en cortar lo ya hecho sino en acomodar la cultura y dirigir lo por hacer" (Machado & Montes, 2003). 
No hay que perder de vista que al censurar un texto, también se censura al lector "imposibilitándoles construir sus propios sentidos, transitar sus propios caminos dentro de la historia que está leyendo. Impidiéndoles actuar como creadores de su propia lectura" (Carranza, 2009).

Recordemos libros de la literatura infantil que en su momento fueron censurados:


Los zapatos voladores, de Margarita Belgrano, fue censurado durante los peores años de la dictadura militar argentina, 1976 y 1979. Cuenta la historia de un cartero que agotado de tanto caminar, expresaba su rebelión lanzando los zapatos al aire. Está claro que la sola idea de un personaje que desafiaba a su aplastante realidad era inadmisible para un régimen dictatorial.

Durante los mismos años y también en Argentina, se censuró La torre  de cubos, de la escritora Laura Devetach. Al libro lo condenaron por su exceso de fantasía.

La composición, de Antonio Skármeta, tampoco gustó a la dictadura chilena. Apareció por primera vez en Caracas y en algunos  países europeos durante la década de los 80. Trata la historia de un niño de ocho años amante del fútbol que se ve involucrado en varios problemas. Aunque el libro no explicita en qué lugar del mundo se desarrolla la trama, las descripciones remiten a los años de la dictadura en Chile y a la represión y censura vividos durante esos años.




Donde viven los monstruos, escrito e ilustrado por Maurice Sendak en 1963, a pesar de que su divulgación no fue censurada del todo, sí causó mucha polémica en Estados Unidos. Los padres opinaban que el libro asustaría a sus hijos, cuando realmente a quienes asustaba era a ellos mismos al romper sus esquemas de lo que debía ser un libro infantil. La figura de ese niño caprichoso que luego de una pataleta va a parar a una isla habitada por monstruos sobre los que termina reinando, no representaba el modelo de conducta que querían reproducir en sus propios hijos.

Más que censurar, a la literatura infantil se la debiera analizar desde posiciones que incluyan diferentes puntos de vista: el del especialista, el de los profesores, el de los padres y el de los niños. Nunca desde la mirada del que prohíbe por no aceptar sistemas de pensamiento opuestos al suyo.  Quiero concluir con palabras de Teresa Colomer, "la respuesta pasa, por una parte, por el análisis de los libros, por comprender cómo las obras se abren como un mapa lleno de pistas para construir a su lector, llevarle de la mano hacia terrenos cada vez más complejos y exigirle la puesta en juego de una mayor experiencia de vida y de lectura" (Colomer 2005: 190).


Bibliografía

Carranza, M. (2009). ¿Por qué la literatura es también para niños? [Exclusivo en línea]. Imaginaria.
      Recuperado de http://www.imaginaria.com.ar/2009/12/%C2%BFpor-que-la-literatura-es-tambien-para-los-ninos/
Colomer, T. (2005). Andar entre libros. La lectura literaria en la escuela. México: FCE.
Cuento de lo militar en  http://wvw.nacion.com/viva/2000/mayo/24/cul2.html. Recuperado el 1 de
       mayo de 2013.
Hanán, F. (1988). ¿Cómo elegir un buen libro para niños? Algunas recomendaciones útiles. Venezuela: Banco del Libro de Venezuela.
Machado, A., Montes, G. (2003). Literatura infantil. Creación, censura y resistencia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana.


© Carolina Meneses Columbié, 2013